Cómo levantar un templo.
Del latín templum, la palabra templo originalmente se refería a una porción de cielo que un augur (sacerdote romano) observaba para interpretar signos divinos, como el vuelo de los pájaros y predecir el futuro. Cuando en la Roma antigua se decidió construir espacios también en el suelo para acercarnos a lo divino, templum pasó a ser lo que hoy en día conocemos como templo: espacios consagrados y dedicados a dioses.
No es que los romanos fueran los primeros en crear y dedicar lugares a lo divino, el templo más antiguo conocido del mundo, Gëbekli Tepe, está en Turquía y tiene unos 6.000 años más que las pirámides, es anterior a construir ciudades (y civilizaciones). Pensándolo bien, esto significa que instintivamente nos reunimos para lo sagrado, y que primero fue el templo, luego la ciudad.
Lo que más me gusta de las civilizaciones antiguas es que veneraban todo lo que hoy día es cotidiano: el agua, la luna, el vino, la tormenta, el hogar, el viento, la muerte. Lo que menos me gusta de las nuevas civilizaciones es que ahora esos dioses son números convertidos en likes, seguidores, reproducciones, ventas. Y ahora rezar se llama manifestar.
Como decía, gracias a Dios la espiritualidad es instintiva, por lo que seguimos teniendo la necesidad de conectar y hablar con lo invisible. Y aunque el significado de templo ha ido cambiando a lo largo de la historia (coordenadas geográficas y religiones), hoy volvemos a ser capaces de crearlo ¿con nuestras manos?
Al dejar Madrid me pregunté cómo podía crear en un espacio que no era mío mi lugar, mi templo. Si lo entendemos como una casa o piso, incluso habitación, a una gran parte de la población se nos complica. Y, si además, tus cosas están repartidas en cuatro lugares distintos (y hasta fuera de la UE), el templo tiene que ser portátil, nómada.
Hoy en día llamamos templo también a un espacio que puede no ser solo físico sino temporal, y puede estar viviendo y muriendo a la vez. Hablamos de crear un templo como poner límites a lo que nos sienta mal: personas, alimentos, acciones. El templo ahora es también ese espacio sagrado de encuentro con una misma y amplía su significado a otra palabra con connotaciones arquitectónicas: refugio. Llamamos templo a nuestro propio cuerpo y a menudo, compramos cualquier rutina como forma de cuidarlo, aislándolo de la comunidad. En realidad, creo que prefiero volver a un significado más ancestral y espiritual.
Algo muy importante a tener en cuenta cuando construimos o cuidamos un templo es determinar un propósito. Aunque no es tan fácil hacerlo, podemos empezar preguntándonos ¿qué es lo que más nos importa?
Y honrarlo.


